El ministro federal alemán del Interior, el democristiano Wolfgang Schäuble, advirtió ayer en Berlín: "No consentiremos que posibles actos de violencia perjudiquen el transcurso ordenado de la cumbre del G 8". Schäuble pronunció esta advertencia en la presentación del informe anual de la Oficina Federal de Protección de la Constitución, como se denominan en Alemania a los servicios secretos encargados de vigilar el extremismo político en el interior del país. Ante la prensa, Schäuble sostuvo que el punto central del informe lo constituye "el terrorismo islámico, como la más grave amenaza para la estabilidad y la seguridad tanto en Alemania como en Europa".
La cumbre del G 8, los países más ricos de la tierra y Rusia, prevista para el 6 de junio en Heiligendamm, un balneario al lado del Báltico, trae de cabeza a los responsables de la seguridad alemana. La semana pasada, 900 policías realizaron una redada en seis Estados del norte en busca de potenciales terroristas dispuestos a reeditar lo ocurrido hace años en una reunión similar en Génova. El hotel de la cumbre está aislado por una enorme valla metálica y ya se acondicionan centros de internamiento para manifestantes sospechosos.
En torno a la reunión del G 8 se palpa ya un cierto grado de histeria en las autoridades alemanas. "Observamos con preocupación, en el preludio de la cumbre, determinadas actividades del extremismo izquierdista, así como enemigos de la globalización dispuestos a la violencia", indicó Schäuble. Según los servicios secretos, a finales del año pasado había unos 6.000 extremistas de izquierda y se registraron 862 actos violentos de esos grupos.
© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200